lunes, 25 de septiembre de 2017


En ocasiones tras la fachada no hay nada. Un vacío inmenso. Quizás por eso me he acostumbrado a no envidiar. Envidiar es el primer paso hacia la decepción. La decepción es una consecuencia de la ignorancia.

Por el contrario, suele suceder, del mismo modo, que una ilusión solo con la sugestión que genera, es de tal modo inigualable, que nada tangible, perteneciente al mundo real, la puede igualar.

Einstein quiso explicar el funcionamiento del cosmos por medio de formulas sencillas. Nada es absoluto, todo es relativo.