La caída de Albert Camus trata de un deambular en
todos los aspectos. El deambular por la vida, sin un referente, pero también el
deambular en sí, casi a modo de un merodeador.
Uno de esos paseos sin sentido por París le lleva
a atravesar la calle Dauphine, que conecta la ribera del Sena con el barrio
Latino y el Boulevard San Germain.
Para mi esta no es una calle más. Hablé de ella en
un viejo poema, que trataba también de estar perdido y deambular por una
ciudad, que como una selva artificial, se configura como infranqueable.
Debido a que no se trata de una calle principal,
sino más bien una pequeña y estrecha calle de cientos o miles que habrá en
París, a mí me da por pensar que no es un caso de simple coincidencia, sino que
esa calle posee unas características, que hacen que si por casualidad se
atraviesa, tal transito se vuelve inolvidable.
Tal y como a ambos nos sucedió.